jueves, noviembre 09, 2006

EL PERRO COJO


(A los recuerdos de la niñez, a lo vivido y a lo aprendido.
Para Rosa y Carlota, con todo mi corazón)













La pata coja colgando,
como una inútil piltrafa
pasó el perro por mi lado
un perro de pobre casta.
Uno de esos callejeros
pobres de sangre y de estampa
nacen en cualquier rincón
de perras tristes y flacas
destinados a comer
basuras de plaza en plaza.
Si pequeños por el qué.
fino y ágil de la infancia,
baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana.
Los miman, los acurrucan
los sacan al sol, les cantan
...de mayores por el qué
conque se les fue la gracia,
los dejan a su aventura,
mendigos de casa en casa
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas...

¡Y que tristes ojos tienen!,
¡Que recóndita mirada!,
como si en ella pusieran
su dolor a media asta
...y se mueren de tristeza
a la sombra de una tapia
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada..
Yo le llamo:”ven no te hago nada”
todo orejas asustadas
todo hociquito curioso
todo sed, hambre y nostalgia,
el perro escucha mi voz
olfatea mis palabras
como esperando o temiendo
pan, caricia o…. pedradas.
No en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar...,
dócil a medias avanza,
moviendo el rabo con miedo
y atrás las orejas gachas.

Chasco los dedos le digo:”Ven aquí no te hago nada
anda, vamos ven aquí...”
y ¡adiós! a la desconfianza
que ya se tiende a mis pies
a tiernos aullidos habla.
Ladra para hablar más fuerte
salta, gira, gira, lloran, ríen, ríen, lloran.
Lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable abanico
de palabras
es su alegría tan grande
que mas que hablarme
me canta.
Alguien le ha dicho...
“ven aquí, no te hago nada “
y le nacen de alegría
aullidos como palabras
solo su patita coja,
no puede decirme nada


¿Que piedra te dejo cojo?
malaya………,
el perro me entiende,
sabe que maldigo la pedrada
aquella pedrada dura
que le destrozo la pata y
con el rabo me esta
agradeciendo la lastima.
Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada,
yo también soy callejero
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste
voy de jornada en jornada
las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma.

Entre basura y tierra
tengo mi pan y mi almohada
¡vamos pues! ¡perrito mío!
¡vamos! ¡anda que te anda!
con nuestra cojera a cuestas
con nuestra tristeza en andas.
Yo por mis calles oscuras
tú por tus calles calladas
tú la pedrada en el cuerpo
yo la pedrada en el alma.
Y cuando mueras amigo
yo te enterraré en mi casa
bajo un letrero que diga:
“AQUÍ YACE UN AMIGO DE LA INFANCIA.”


Y en el cielo de los perros
pan tierno y carne mechada
te regalara san roque
una muleta de plata...
¡compañeros! Si los hay
¡amigos! Donde los haya,
mi perro y yo por la vida,
pan pobre, rica compaña.

Era joven y era viejo
por mas que yo lo cuidaba
el tiempo malo pasado
lo dejo medio sin alma,
fueron muchas hambres juntas,
mucho peso para sus tres patas.


Y una mañana en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré, tendido, frió,
como una piedra mojada...
Como un duro musgo,
el pelo con el rocío brillaba.

Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.
Hacia el cielo de los perros, se fue,
anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquito de escarcha...
portero y dueño del cielo,
San Roque en la puerta estaba
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de recambios
con que curar viejas taras.
Para ti un rabo de oro
para ti un ojo de ámbar
tú, tus orejas de nieve
tú, tus colmillos de escarcha,
tú ... ¡y mi perro le reía!
tú,... ¡tu muleta de plata!..

Ahora ya sé, por que esta
la noche agujerada
¿estrellas? ¿luceros? ¡no!
es mi perro que cuando anda,
con su muleta va haciendo,
agujeritos de plata.



(Manuel Benítez Carrasco)