viernes, noviembre 10, 2006

ANOCHE (Rosa)





Ayer te esperaba junto a la ventana de nuestro dormitorio. Entraste tan sigilosamente que apenas te oí llegar; solo sentí la caricia de tus manos en mi nuca, y me giré. Estabas tan hermosa, tan bella: bellísima, creo que la más bella entre las bellas. Esa sonrisa dulce, acaramelada que siempre me ofreces generosamente, ayer era aun más radiante, tu carita estaba iluminada, y un pequeño haz de luz hacía de las formas de tu cara un semblante mágico, divino.


Era todo tan hermoso que no había otra alternativa que entregar nuestros cuerpos a la pasión, hacernos el amor como sólo nosotros sabemos: con fuerza, pero con dulzura; con lujuria pero delicadamente; como dos fieras en celo pero con garras de seda. A nuestra manera, la nuestra.

Nuestras bocas se encontraron entre la mañana y la noche, deseosas de los otros labios, para saborearse, para sellarse, enlazar lengua y labios y paladear hasta el mismo aliento contenido. Tu cabello casi cubría mi cara, cobijando el momento, creando intimidad en nuestros rostros, la intimidad necesaria para pasar mis dedos por tus hombros y dejar caer los tirantes de tu vestido blanco, mientras tu ropa volaba lentamente hacia el suelo, quedando tu cuerpo desnudo como una joya de museo guardada a buen recaudo en el centro de mi habitación, mientras la música de Joao Gilberto acariciaba nuestros sentidos: “Pra Machucar Meu CoraÇao”.

Tu cuerpo: mi deseo, mis sueños, mi desvelo, mi locura. Mis manos, tus manos, tu piel, mi piel, mis gemidos, tus susurros, nuestros cuerpos: dentro de ti, unidos, la pasión fundida en una sola carne.

Sentada sobre mi cuerpo tendido, apretando tu cintura y tu sexo contra el mío, tus manos en mi pecho y mis manos en los tuyos, los jadeos acelerados que anunciaban la llegada a la cima, hizo que el reflejo de la luna sobre tu pelo y tu cuerpo fuese la imagen que hoy no deja descansar a mi memoria: tu cuerpo arqueado y el mío convulsionado cuando el orgasmo más profundo nos recorrió desde los talones a las sienes, erizando cada milímetro de piel.

Y al final ….al final solo quedaron dos cuerpos sudorosos, abrazados, pechos acelerados, incluso lágrimas de felicidad.


(Juanfran)


POEMA 22


Esto que te advierto mujer es serio
así no puedas escuchar mi tono amenazante:
no vuelvas a ocupar mi cuarto
porque no respondo por mis actos.

De seguro te tomo entre mis brazos
te levanto
te cargo
te meto en mi cama
y te desvisto
me acuesto a tu lado y te descubro
te recorro
te palpo
te conozco
aprendo de memoria las formas de tu cuerpo
y te beso de los pies a la cabeza.
(Posiblemente yo me gaste
la noche de este modo).

Sin duda alguna te leo mis versos
y te canto los cantos escritos en tu nombre.
Luego suprimo mis palabras
y simplemente te amo
te acaricio
te penetro
espero a que te duermas
y te siento cerca.
(Posiblemente más tarde
yo también me duerma).

Cuando amanezca te susurro un hola
y te ofrezco la promesa
de no hacerte-nunca más-esta advertencia.

(Miguel Rash-Isla)