ANOCHE (Rosa)

Ayer te esperaba junto a la ventana de nuestro dormitorio. Entraste tan sigilosamente que apenas te oí llegar; solo sentí la caricia de tus manos en mi nuca, y me giré. Estabas tan hermosa, tan bella: bellísima, creo que la más bella entre las bellas. Esa sonrisa dulce, acaramelada que siempre me ofreces generosamente, ayer era aun más radiante, tu carita estaba iluminada, y un pequeño haz de luz hacía de las formas de tu cara un semblante mágico, divino.
Era todo tan hermoso que no había otra alternativa que entregar nuestros cuerpos a la pasión, hacernos el amor como sólo nosotros sabemos: con fuerza, pero con dulzura; con lujuria pero delicadamente; como dos fieras en celo pero con garras de seda. A nuestra manera, la nuestra.
Nuestras bocas se encontraron entre la mañana y la noche, deseosas de los otros labios, para saborearse, para sellarse, enlazar lengua y labios y paladear hasta el mismo aliento contenido. Tu cabello casi cubría mi cara, cobijando el momento, creando intimidad en nuestros rostros, la intimidad necesaria para pasar mis dedos por tus hombros y dejar caer los tirantes de tu vestido blanco, mientras tu ropa volaba lentamente hacia el suelo, quedando tu cuerpo desnudo como una joya de museo guardada a buen recaudo en el centro de mi habitación, mientras la música de Joao Gilberto acariciaba nuestros sentidos: “Pra Machucar Meu CoraÇao”.
Tu cuerpo: mi deseo, mis sueños, mi desvelo, mi locura. Mis manos, tus manos, tu piel, mi piel, mis gemidos, tus susurros, nuestros cuerpos: dentro de ti, unidos, la pasión fundida en una sola carne.
Sentada sobre mi cuerpo tendido, apretando tu cintura y tu sexo contra el mío, tus manos en mi pecho y mis manos en los tuyos, los jadeos acelerados que anunciaban la llegada a la cima, hizo que el reflejo de la luna sobre tu pelo y tu cuerpo fuese la imagen que hoy no deja descansar a mi memoria: tu cuerpo arqueado y el mío convulsionado cuando el orgasmo más profundo nos recorrió desde los talones a las sienes, erizando cada milímetro de piel.
Y al final ….al final solo quedaron dos cuerpos sudorosos, abrazados, pechos acelerados, incluso lágrimas de felicidad.
(Juanfran)
POEMA 22
Esto que te advierto mujer es serio
no vuelvas a ocupar mi cuarto
porque no respondo por mis actos.
De seguro te tomo entre mis brazos
te levanto
te cargo
te meto en mi cama
y te desvisto
me acuesto a tu lado y te descubro
te recorro
te palpo
te conozco
aprendo de memoria las formas de tu cuerpo
y te beso de los pies a la cabeza.
(Posiblemente yo me gaste
la noche de este modo).
Sin duda alguna te leo mis versos
y te canto los cantos escritos en tu nombre.
Luego suprimo mis palabras
y simplemente te amo
te acaricio
te penetro
espero a que te duermas
y te siento cerca.
(Posiblemente más tarde
yo también me duerma).
Cuando amanezca te susurro un hola
y te ofrezco la promesa
de no hacerte-nunca más-esta advertencia.
(Miguel Rash-Isla)
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home