jueves, julio 29, 2010

Que bien, vivimos en Spain.

Resulta curioso como está el patio, los argumentos que se escuchan, desde lo más racional a lo más extravagante o surrealista, con la decisión tomada por el Parlament de Cataluña acerca de la prohibición de las corridas de toros en 2.012. Y a veces, viendo las portadas de los periódicos, o los titulares de las ediciones de noticias, parecen que transmiten la sensación de ser un “asunto gravísimo, casi asunto de Estado”, y creo que hay que recapacitar un poquito.



Hoy compartía cartel de noticias del ¿gravísimo? Asunto taurino con la (para mí, si) muy feliz noticia de la suspensión de la famosa ley de Arizona que transformaba a delincuentes a seres humanos que no cumplen con “requisitos administrativos y burocracias”. Porque es demasiado cruel pensar que el instinto humano de supervivencia (que todos tenemos, ricos y pobres) lleve a personas a buscar un horizonte mejor, y terminen siendo tratados con el mismo rasero que quien empuña una pistola y mata a un semejante, o pone una bomba bajo un coche. Es cruel, e inhumano. Por eso me siento relativamente feliz, relativamente porque aun no ha acabado la batalla, pero feliz porque se ha puesto un punto de cordura. Y al tiempo, me siento feliz de hacer una doble lectura: esta ley en la “Piel de Toro” (nunca mejor para la ocasión) no tendría cabida jamás (a pesar de que algún programa político coqueteó con esos asuntos en épocas interesadas, devolviendo un tufillo de épocas dictatoriales ya pasadas, donde, entre otras cosas, éramos un País con inmigrantes que sobrevivieron lejos de nuestras fronteras), y en segundo lugar, que se haya debatido en un Parlamento Autonómico la muerte de animales en un espectáculo público arraigado socialmente, es indicativo que las personas “per se” ya son asunto sagrado e intocable para el legislador y el mismo ciudadano, y hace que avancemos y nos preocupemos del resto de seres vivos. ¿Positivo? Yo creo que sí.



En Francia, Brigitte Bardot se alegra de la prohibición taurina. Me alegraría que también defendiese además de a las focas y a los toros, a los inmigrantes de Marruecos en París, todo lo contrario a lo que hecho decenas de veces de la mano del Fascista Le Pen con sus programas políticos racistas y xenófobos. Eso sí, es que las focas son seres vivos, ¿no?.





Un juzgado de EE UU suspende los artículos más polémicos de la ley de Arizona. El texto, que iba a entrar en vigor este jueves, convierte en delito ser inmigrante ilegal.

(Antonio Caño- Washington - 28/07/2010)

Las celdas que el sheriff Joe Arpaio había preparado para alojar a los inmigrantes detenidos conforme a la estricta nueva ley del Estado de Arizona van a quedar por el momento vacías porque la justicia ha decidido, en el último minuto, suspender temporalmente los artículos más polémicos de la legislación que entra este jueves en vigor, incluido el que criminaliza la inmigración ilegal.

La juez Susan Bolton, que lleva la denuncia presentada por el Gobierno federal contra la ley de Arizona, ha basado su decisión en la consideración de que algunos de los artículos contenidos en esa iniciativa "perjudican a extranjeros legalmente residentes en Estados Unidos, incluso a ciudadanos norteamericanos, puesto que su libertad se ve afectada mientras su estatus es comprobado".
Estatus migratorio

La ley "requiere" (no sólo permite) a la policía comprobar el estatus migratorio de cualquier persona retenida por la comisión de cualquier falta o delito, tan simple como una infracción del tráfico o la violación de una ordenanza municipal, que resulte sospechosa, a criterio del agente involucrado, de haber entrado al país ilegalmente. La policía puede, de acuerdo a esa ley, mantener bajo custodia al sospechoso durante el tiempo que se requiera para hacer esa comprobación.

Bolton, antigua juez de condado elevada al distrito federal por el presidente Bill Clinton, paraliza también otros tres artículos polémicos, como el que acelera los procesos de deportación o el que convierte en delito el hecho de no portar papeles, y deja vigentes a partir de hoy únicamente aquellos que no son motivo de controversia, como el que castiga a las personas que recojan inmigrantes indocumentados en la calle para llevarlos a trabajar o el que crea mecanismos de reclamación en el caso de que alguien se sienta víctima de discriminación racial.

En las horas que restan entre la decisión de la juez y la entrada en vigor de la ley habría todavía, técnicamente, tiempo como para que el Estado de Arizona presentara un recurso ante un tribunal federal de apelaciones y una petición de que paralice la decisión de Bolton mientras se decida el recurso. Es decir, que podría buscar un congelamiento judicial de una orden de congelación. Pero los expertos creen muy improbable que una maniobra así pueda surtir efecto.

El largo periplo judicial

Lo que sí es seguro es que esta decisión judicial será elevada a un tribunal de apelaciones, probablemente por las dos partes implicadas: Arizona, para defender el conjunto de su ley, y la Administración central, para conseguir su completa revocación. Hay que recordar que el Gobierno de Barack Obama recurrió la ley ante los tribunales por considerar que el Estado de Arizona no tiene competencia constitucional para legislar sobre una materia, como la inmigración, reservada en exclusiva a las autoridades federales.

Y lo que es seguro también es que la batalla, larga y costosa en los tribunales -esto acabará quizá dentro de unos años ante el Tribunal Supremo-, será encarnizada en la arena política. Obama asumió un alto riesgo al denunciar la ley de Arizona, que cuenta con el apoyo de un 60% de los estadounidenses, según distintas encuestas. Al hacerlo, el presidente se sitúa frente a una mayoría de ciudadanos que dan prioridad a la seguridad fronteriza sobre el respeto a los derechos humanos, pero se reconcilia con los votantes hispanos, que pueden tener un papel relevante en las próximas convocatorias electorales. Para compensar su decisión, Obama ordenó el envío a la frontera con México de 1.200 soldados de la Guardia Nacional, que comenzarán a llegar desde principios del mes de agosto.

Un asunto con peso electoral

Este asunto va a ser, sin duda, uno de los temas estrella de cara a las elecciones legislativas de noviembre. Obama y algunos congresistas demócratas están impulsando la elaboración de una ley migratoria que aborde en conjunto los problemas de la seguridad fronteriza y de la permanencia de 12 millones inmigrantes sin papeles, pero es poco probable que en los meses que restan se alcance el consenso necesario para su aprobación.

La decisión judicial anunciada ayer agudizará también la polémica migratoria sobre el terreno. En Arizona se habían registrado en las últimas semanas algunas señales alarmantes sobre el nivel de tensión al que este debate está llegando. Una de ellas fue el patrullaje fronterizo nocturno que realizan periódicamente grupos extremistas armados.
Las organizaciones hispanas están preocupadas de que los brotes racistas puedan hacerse más frecuentes y más peligrosos como consecuencia de la frustración por la paralización de la ley de Arizona, y han convocado para los próximas días manifestaciones y actos en defensa de la convivencia racial y de los derechos de los inmigrantes. Un grupo de niños, hijos de inmigrantes en situación ilegal pero nacidos en EE UU, se concentró ayer frente a la Casa Blanca para pedir que sus padres no sean deportados.

Uno de los más frustrados por la decisión de la juez Bolton es el sheriff Arpaio, que dijo, poco después de conocerse la noticia, que no le había sorprendido, pero que eso no va a impedir que él siga cumpliendo con su trabajo de "limpiar las calles de indeseables". Arpaio no es hombre contemplativo. En los dos últimos años, su condado ha deportado a más de 26.000 inmigrantes indocumentados, una tercera parte de todos los del país en ese periodo.


"Esta tierra de Arizona es nuestra tierra"
La ley contra la inmigración refleja la polarización de la sociedad en el Estado fronterizo con México

GUILLERMO ALTARES (ENVIADO ESPECIAL) - Phoenix - 31/05/2010

Con una chapa en la que puede leerse "las armas salvan vidas", una joven trata de animar a su contertulio a que se sume a los Tea Party de Arizona, este movimiento populista ultraconservador que se está haciendo fuerte en Estados Unidos a la derecha del Partido Republicano. Su quiosco está presidido por un cartel en el que puede leerse: "Para inglés, pulsa 1. Para deportación, pulsa 2". Poco después de que terminase la marcha que reunió el sábado a miles de hispanos en el centro de Phoenix contra la nueva ley de inmigración de Arizona, unos 2.000 partidarios de la legislación, calificada de racista por grupos de derechos civiles y que ha encendido un debate nacional, se congregaron en un estadio de Tempe, una de las urbes que conforman la capital de este Estado del suroeste de Estados Unidos, fronterizo con México.

Más allá de la anécdota y de los lemas en muchos casos delirantes que adornaban las casetas -desde "Karl Marx no era un padre fundador" hasta "¿Qué parte de la palabra ilegal no has entendido?", "Ilegal no es una raza, es un delito", "Una sociedad armada es una sociedad civilizada", "Obama [con una hoz y un martillo] da miedo"-, el encuentro ultra refleja la extrema polarización de la sociedad en torno a la Ley SB1070 de Arizona, que comenzará a ser aplicada a partir del 29 de julio y que permite que la policía pare a cualquiera y le pida su documentación basándose en que pueda parecer un inmigrante sin papeles. La contestación a la ley ha provocado una movilización hispana sin precedentes en Estados Unidos.

Una encuesta nacional difundida la semana pasada por las cadenas de televisión NBC, MSNBC y TeleMundo revelaba que un 61% de los votantes respaldaban la nueva ley. El mismo sondeo señalaba que un 40% de los votantes registrados respaldaría a un candidato republicano que apoyase la nueva legislación, un dato muy importante para un año electoral (se celebran legislativas en noviembre). Y, en Arizona, la situación está especialmente polarizada, si no sería imposible que un sheriff como Joe Arpaio fuese reelegido una y otra vez desde 1992.

No estamos hablando de un tipo que se pasea con una estrella por la calle principal de un pueblo polvoriento del Oeste: Arpaio, un ex agente de la Agencia Antidrogas de EE UU (DEA) de origen italiano, de 67 años, es una de las máximas autoridades policiales del condado de Maricopa, que incluye la aglomeración urbana de Phoenix y que cuenta con cuatro millones de habitantes, un 31% de ellos de origen hispano. Y este sheriff -jaleado en el mitin del sábado por la noche en Tempe y vapuleado en la manifestación hispana que tuvo lugar unas horas antes- ha construido su reputación basándose en la extremada dureza, sobre todo con los sin papeles. Una de sus máximas hazañas es la Cárcel de Tiendas de Campaña de Phoenix, que exhibe con orgullo en su página web, y en la que se hacinan más de 2.000 detenidos, vestidos con trajes de presidiario a rayas y ropa interior rosa. Ya en 1995, un diario local, East Valley Tribune, ganó el Premio Pulitzer por una serie de reportajes sobre su acoso a los inmigrantes.

Y la mayoría de los votantes de Arpaio no asisten a mítines ultras como el de ayer en el que, parece muy demagógico pero fue así, los únicos hispanos presentes trabajaban como camareros en los restaurantes de comida rápida del estadio de béisbol en el que se celebró. El encuentro arrancó con el canto del himno estadounidense y un tremendo aplauso cuando acabó con el famoso "land of the free, home of the brave" (tierra de los hombres libres, hogar de los valientes). Aplausos similares se escucharon cuando un orador elogió a Fox News (casi se cae el estadio), cuando se levantaron los veteranos de guerra o cada vez que se nombraba la Ley SB1070. Los mayores abucheos se los llevaron Barack Obama y el presidente de México, Felipe Calderón. "¿Me escuchas, México? ¿Puedes escucharme desde aquí? Pues debes tener claro que esta tierra es nuestra tierra, no es tu tierra. Hemos pagado por ella, hemos trabajado por ella", exclamó desde la tribuna Larry Wachs, un periodista de Atlanta. Pam Stephenson, responsable de los Tea Party de Arizona, manifestó: "Juntos haremos más seguras nuestras fronteras y conseguiremos que regrese nuestra nación".

La ley SB1070

- La ley SB1070, aprobada en abril en el Estado de Arizona, y que entrará en vigor el 29 de julio, establece que la policía podrá parar a cualquier persona que pueda parecer un inmigrante sin documentación.
- Expertos legales aseguran que la legislación puede violar la Cuarta Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que prohíbe las detenciones arbitrarias.
- Comisarios de varias de las principales ciudades de Estados Unidos han pedido al fiscal general que impugne la ley. Afirman que no disponen de medios para aplicarla


El mundo de Joe Arpaio, el 'sheriff' más duro del oeste y maestro de las relaciones públicas.
Una de sus 'hazañas' es la cárcel de tiendas de campaña, en la que los presos, condenados generalmente por delitos menores, son obligados a llevar ropa interior de color rosa y trajes a rayas

GUILLERMO ALTARES | Phoenix (Enviado especial) 02/06/2010

Joe Arpaio, el sheriff del condado de Maricopa, en Arizona (cuatro millones de habitantes), cultiva una imagen de dureza. Bueno, en realidad, lo que hace ante todo es cultivar una imagen porque es una auténtica oficina de relaciones públicas. Acusado de acosar a los inmigrantes hispanos, de racismo, de estar obsesionado con la persecución de los sin papeles, se ha convertido en uno de los personajes más citados, a favor y en contra, en todo el debate en torno a la ley de inmigración de Arizona, la SB 1070, que a partir del 29 de julio permitirá a la policía pedir los papeles a personas que, por su aspecto, pueda parecer que residen ilegalmente en el país.

Arpaio, de 77 años, ex agente de la DEA durante un cuarto de siglo, lleva siendo reelegido como sheriff -uno de los muchos cargos que se votan en Estados Unidos- desde 1992. En aquellos tiempos el condado de Maricopa contaba con un millón de habitantes, hoy tiene cuatro millones de almas: Phoenix, que forma parte de su territorio, es la ciudad que más rápidamente ha crecido en EE UU y ya es la quinta urbe del país. Es un tipo directo, al que le encanta recibir a la prensa -apenas han pasado unas horas desde que se pide una entrevista hasta que se consigue- y que hace exhibición de dureza, empezando por su pisa corbatas con una pistola, una dureza grotesca, casi de caricatura, pero que le ha convertido en un personaje muy conocido a nivel nacional y que le hace ganar unas elección tras otra. Incluso se llegó a hablar de la posibilidad de que se presentase a gobernador.

Entre sus muchas hazañas, que exhibe a la prensa sin complejos, está la cárcel de tiendas de campaña. Situada junto a la prisión del Sheriff, en una de las inmensas avenidas que componen Phoenix (una ciudad que crece y crece y crece en medio de la nada), la Tent City de Arpaio es una cárcel formada por tiendas de campaña, en la que los presos, condenados generalmente por delitos menores, son obligados a llevar ropa interior de color rosa y trajes a rayas, como los de los apandadores. En la garita más alta, un cartel, como si se tratase de un motel, reza: "Habitaciones libres". "La idea es que aquí en Arizona, todo el mundo cumple la condena, íntegra. Si la haces, la pagas", explica el sargento que enseña las dependencias. "En otros Estados, como las prisiones están llenas, los liberan antes. Aquí, no. Aquí todo el mundo cumple la condena íntegra, porque basta con montar nuevas tiendas para que haya sitio", prosigue.

Preguntado por las acusaciones de violaciones de los derechos de los presos, Arpaio, en su oficina del centro de Phoenix, responde tranquilamente: "Una cárcel no es el Hilton". En su despacho, que tiene una vista magnífica sobre la ciudad, junto a su mesa, exhibe un cartel enorme sobre su Tent city: "Si no quieres cumplir la condena, no cometas el crimen". La oficina del sheriff es un lugar donde fluyen la testosterona y las armas. Su jefe de gabinete, sin ir más lejos, luce dos pistolas, una en cada sobaquera, que no se quita ni dentro de las dependencias.

Para las organizaciones que están promoviendo la creciente movilización en contra de la SB 1070, una protesta que cada vez más analistas comparan con el movimiento por los derechos civiles de los negros en los años cincuenta y sesenta y que se está convirtiendo en un fenómeno nacional, Arpaio simboliza lo peor de un Estado en el que la tradición racista ha convivido con una creciente población de origen mexicano. Los latinos son acosados a menudo por parte de los agentes del sheriff, que se enfrentan a decenas de demandas cada año. Si antes de la SB 1070, Arpaio era un personaje temido por la comunidad mexicana, cuando comience a aplicarse la ley las cosas irán a peor, mucho.

El martes por la mañana cuatro muchachos que participaron en una marcha desde Miami hasta Washington fueron a visitar al sheriff, a pesar de que tres de ellos residen ilegalmente en el país. Se trata de los defensores del llamado Dream Act, inmigrantes que llegaron sin papeles siendo niños a EE UU porque les trajeron sus padres y que, a pesar de ser totalmente estadounidenses, de haber estudiado aquí, de hablar castellano con acento inglés, no tienen la nacionalidad. Desde hace un año, una legislación espera en el Congreso para ser votada y permitiría que se les conceda la nacionalidad, bajo ciertas condiciones. Su causa cuenta incluso con la simpatía de sectores de la derecha.

"En todo Estados Unidos, muchos inmigrantes ven a Arpaio como el rostro del terror y no queremos que nuestras comunidades vivan con miedo", afirmó uno de ellos, Juan Rodríguez, el único que ha conseguido ser naturalizado. Los cuatro se plantaron en la oficina del sheriff, vestidos con camisetas rosas y acompañados por numerosos activistas que lucha contra la SB 1070. Pero Arpaio es un maestro de las relaciones públicas y detenerlos estaba fuera de cuestión. Montó una rueda de prensa, los abrazó y pareció emocionado cuando le contaron su historia. Y esta mañana estaba en todos los informativos.


Un nuevo movimiento por los derechos civiles prende en Arizona.
Decenas de miles de personas se manifiestan en Phoenix contra la nueva ley de inmigración.
El movimiento se extiende por otros Estados lejanos de gran población hispana.

GUILLERMO ALTARES | ENVIADO ESPECIAL, PHOENIX 29/05/2010

La referencia no puede ser más clara. En la marcha que hoy ha reunido durante todo el día decenas de miles de personas en Phoenix contra la nueva ley de inmigración de Arizona, las palabras Selma Birmingham o Martín Luther King se pronunciaban constantemente. La movilización contra la ley SB 1070 -que comenzará a aplicarse el 29 de julio y que permite a la policía parar a cualquier persona que sospeche que pueda estar de forma irregular en el país y pedirle sus papeles- ha tomado como modelo el movimiento por los derechos civiles que en los años cincuenta y sesenta cambió para siempre este país.

Lo tenía en la pared de casa y lo he sacado a pasear", señala Beny, de 60 años, un estadounidense de origen alemán, que ha acudido a la marcha con un cartel enmarcado del pastor que inició en Montgomery (Alabama) la lucha por los derechos de los negros. "Peleo también por los derechos de mis nietos, sospechosos por el color de su cuero. Con esta ley se puede llevar al bote a cualquier persona solo por el color de su cuero", insiste Beny en un colorido castellano. En la parte de abajo del cartel ha colocado una foto de sus dos nietos, mulatos; encima puede leerse una de las frases más célebres del doctor King: "El odio sólo lleva al odio".

La mayoría de los asistentes a la marcha era de origen mexicano: en total en Arizona se calcula que hay unos 460.000 inmigrantes irregulares, según datos del Pew Hispanic Center (la población hispana roza el 38% de los seis millones de habitantes del Estado). No obstante, muchos esperan que las cifras del nuevo censo, previsto para este mismo año, sean inferiores porque bastantes irregulares preferirán no abrir sus puertas a cualquiera que se presente con un carné oficial. Pero, también porque muchos mexicanos están comenzando a instalarse en Estados vecinos, lejos de las huestes de Joe Arpaio, sheriff del condado de Maricopa (al que pertenece Phoenix), famoso por sus durísimos métodos y uno de los personajes más insultados durante la marcha.

"Sólo quiero trabajar y vivir en paz", señala un joven mexicano, inmigrante irregular, que trabaja desde hace cinco años como cocinero. Preguntado por su nombre responde con un cortés: "Mejor no". "Este es un movimiento que va a ser cada más grande, porque esto no se puede parar. Estamos hablando de nuestro trabajo, de nuestros derechos, de nuestro pan", insiste este cocinero. Lo que califica de "hostigamiento" por parte de los oficiales del sheriff ha hecho que los movimientos de cualquier inmigrante indocumentado se reduzcan enormemente. "Por eso no verás a muchos hermanos como yo por aquí", agrega.

Frases impregnadas de la mística del movimiento de los derechos civiles -como "De Selma a Phoenix", "Dream" (Sueño) o "We shall overcome" (venceremos)- aparecían varias veces en las pancartas que coloreaban esta marcha eminentemente familiar (y tan multiétnica como la propia sociedad estadounidense) y trazaban un claro paralelismo entre las ciudades del Viejo Sur que encabezaron aquella lucha y lo que ocurre en Arizona desde que, a finales de abril, la gobernadora Jane Brewer firmó la ley SB 1070. "Es lo mismo, aunque disfrazado de diferente forma", responde Martín, de 38 años, cuando es preguntado sobre el movimiento de los derechos civiles.

Esta marcha de Phoenix es la segunda que se produce en estos meses: la última reunió a 25.000 personas, pero lo más importante es que el movimiento ha prendido en otros Estados de amplia población hispana, como Tejas o la vecina California, que también vivieron manifestaciones masivas. "Queremos evitar que una ley como esta se vote en otros estados", señaló en una breve intervención Pablo Alvarado, líder sindical y uno de los organizadores del movimiento, que también está promoviendo un boicot económico contra Arizona.

"Siempre llega un momento en que las minorías tienen que luchar sus derechos, incluso tienen que imponer su criterio por encima de las mayorías", explica Marcos Viveros, de 40 años, que dirige una de las muchas organizaciones que se están empezando a articular en torno a este movimiento, que cada vez está cobrando una mayor amplitud. "Gracias a luchas similares, las mujeres lograron el derecho al voto en EE UU y la gente de color acabó con la segregación. Los padres fundadores hicieron este país basándose en los derechos de los ciudadanos y esta ley va contra ellos", prosigue Viveros, residente legal. Las encuestas revelan que, mientras los hispanos están en contra de la ley, la mayoría de la población estadounidense (en torno al 60%) sí apoya este tipo de legislaciones que permiten detener y arrestar a los inmigrantes irregulares.

"Pienso que sí, por eso estamos aquí", responde Anastasio Madrigal, 60 años, cuando es preguntado sobre si cree que marchas como ésta y la movilización que está empapando todo el estado podrán parar la ley. Madrigal, tocado con un sombrero vaquero y con la piel endurecida por décadas de tajo al sol, ha trabajado durante 40 años en la construcción y es ciudadano estadounidense desde los ochenta. "Tengo muchos amigos que no tienen papeles, que tienen miedo a salir a la calle, a ser detenidos, a los agentes del sheriff, pero que trabajan tan duro como yo. Por eso estamos aquí. David Román, un estudiante de 24 años que ha venido desde San Diego para participar en la marcha, afirma: "Por mucho que manden al Ejército, por muchas barreras y leyes que pongas, da igual, la gente va a seguir viniendo mientras no haya trabajo en sus países. Es ley de vida".

http://www.elpais.com/articulo/internacional/nuevo/movimiento/derechos/civiles/prende/Arizona/elpepuint/20100529elpepuint_9/Tes