sábado, noviembre 18, 2006

EN SILENCIO





¿Qué encuentro?
Podría decirlo de mil formas
como divagar sin decir ninguna.

Pero un beso, un beso…

A veces conseguí
sentirme tan cerca de mí, de ti,
regalándote en estos trozos de roja carne
lo único que siento con los ojos cerrados.
Y si retornara a la adolescencia
pensaría en aquel boca a boca
cuando salvabas la vida
al naufrago tendido en la arena.
O en aquel sabor a fresa
no se bien si por carmín
no se si por aquellos chicles
que disimulaban olor a tabaco

Los besos…

A veces, una figura de mujer
que se pierde en la noche
y te deja en vela, paladeando,
buscando el sabor de un nuevo beso.
El beso, supongo,
del “hasta mañana” de los novios
esperando el beso del día siguiente
mientras la margarita va marchitándose.

El deseo, siempre el deseo,
sin fronteras para besar
lo anatómicamente besable
o lo realmente intangible

La soledad y un beso
de tus labios en mi hombro
al despertar de madrugada
y ver que te has ido.
La soledad, maldita,
dibujada como una “m” suave
con tu barra de labios en el espejo,
un beso frío y brillante.

Los besos de compromiso
antes de girarnos en el lecho,
los besos que buscan respuesta
cuando me clavas la mirada.

Los besos salados en el andén
siempre son los más largos
tienen que durar todo el viaje
para encontrar la misma boca de vuelta

Pero de todos, extraño los primeros.
los de la biblioteca, los del parking,
los del vestido de novia, los del parto,
los del entierro, los del primer sueldo,
los de la playa, los de mis miedos,
nuestros besos eternos dentro de un coche.

Ahora es buen momento, tal vez preciso,
para cerrar de nuevo los ojos
regresar a lo desconocido y preguntar
Y tú ¿Qué buscas?

(Juanfran)