domingo, noviembre 19, 2006

LA ESPESA BRUMA





El agua caliente resbalaba por mi espalda
caía con fuerza sobre mi nuca
mientras mis codos se apoyaban en el azulejo
y mi frente hacía acomodo en mis muñecas.

El espejo del baño estaba empañado.
Todo estaba invadido por el vapor.
En ese instante, invitado por esa densa niebla
cerré mis ojos, y te pensé, te imaginé.

Estabas sumergida en una gran bañera,
en un cuarto alumbrado sólo por velas rojas.
Las varitas de sándalo perfumaban tu presencia
y tu imagen se reflejaba en el agua.

Pusiste la esponja sobre tu frente sudorosa,
con los ojos cerrados, apretaste la mano y el agua corrió por tus mejillas,
bajaba por tu pelo, por tu cuello, por tu boca
y sorprendí la última gota robándola de tus labios.

Sonreíste y tus manos hicieron presa mi cabeza,
me fundiste con tu boca, con tu lengua,
me dijiste “amor mío, estás aquí”,
y una lágrima jugueteó con tus pestañas.

Me ofreciste la esponja y el jabón
de esa forma que tu sólo sabes ofrecerla,
querías que yo bañara tu cuerpo, que lo mojara,
que hiciera estremecer tu piel.

Suavemente frotaba tus hombros,
dibujaba burbujas de jabón sobre tu pecho
y tu respiración cada vez era más lenta, más profunda
y la dureza de tus pezones mostraba agradecimiento.

Sobraba la esponja, y mi mano en el agua
buceó por tu vientre, por tu costado,
acariciando tu ombligo, tu pubis
deseosa de posarse en tus secretos.

Acaricié tu sexo caliente y palpitante,
y tus ojos se cerraron, apretando los párpados,
tus dientes mordieron tus labios
y tus gemidos se volvieron roncos.

Arqueaste el cuerpo y suspirabas.
Abriste los ojos y me buscabas allí,
confundido en el espeso vapor.
Ya no estaba, y el espejo seguía empañado.

Abrí los ojos para mirarte
y sólo vi mis brazos apoyados en el azulejo.
Un día más cerré el grifo del agua caliente.
Se fue el vapor, se esfumó el sueño. Hasta mañana
(Juanfran)