viernes, noviembre 24, 2006

EL RINCON DE LA MAGIA






Como al entrar en un gran museo
inundado tan sólo de belleza.
Cuando estás rodeado
de imaginación plasmada en alabastro,
en un lienzo, en una madera noble,
y pasas de largo ante la pieza más bella.

Y así, tantas y tantas veces,
sigue allí pero no la ves,
la más preciada, el orgullo de cualquier colección.

Y de pronto, un día, la observas.
Te fijas en esa pequeña estatuilla de mármol,
los ojos se paralizan, la mirada se clava,
ignoras el cartel de “prohibido tocar”
y acercas tu mano a la fría piedra,
fría, como un poema de muerte.
Una estatuilla de esas con forma de Mujer,
Curvas y más curvas, redondeces.

Algo es inalcanzable hasta que lo agarras.
La escondí bajo mi ropa,
la secuestré para hacerle un hueco
en el rincón de mi más preciados objetos.

Coloqué la estatuilla en un pedestal.
Resultaban grotescas las formas del basamento
ante la belleza de la pieza.
Con mimo, con sumo cuidado,
dí brillo con un pañuelo de algodón
a los senos de la mujer representada.
Debió de ser bella, muy bella,
la criatura que posó para el artista.

Coloqué sándalos en sus laterales
Escritos de plegarias Tibetanas,
Monedas de plata, alhajas,
Velas de colores, pétalos de Rosa,
Jazmines, aceites con exóticos aromas,
una violeta,
hasta Oro, Incienso y Mirra por si acaso,
en mi absurda pretensión
de dar la vida a algo inerte.

Cada amanecer, sigiloso,
intento sorprenderla.
Estoy seguro que en su mágica noche
se transforma a la vida.
Pero es inútil, en vano,
Siempre la encuentro ahí, inmóvil,
Misteriosa, sonriente,
Esperando que la frote de nuevo,
Para que no palidezca su brillo,
Para que resalte su belleza.

Dar vida a una estatuilla,
¡otros por menos fueron a la hoguera!
Mas yo, cada noche,
la contemplo, le sonrió,
le ruego una señal.
Y en mi mente, una imagen:
La Musa imaginaria, su foto, si, la veo.


(Juanfran)