miércoles, noviembre 22, 2006

ELENA






Regresé al rincón de aquella Plaza
y todo estaba igual, nada cambió,
los mismo edificios, la misma fuente
las mismas flores...el mismo balcón.

Aquel rincón donde esperaba noche tras noche,
donde coloqué una bandera con nuestros colores,
donde me mojó la lluvia, donde me helé de frío,
donde despertó la primavera, donde me abrasó el sol

Esperaba a veces que llegara la noche,
ver como se encendían las luces de tu casa
y tu silueta paseaba por toda la estancia
sin tomar forma real en la ventana.

El bullicio ocupaba la plaza, con risas y aplausos,
los niños corrían y sus padres tras ellos,
los novios se besaban, la orquesta tocaba
y el rincón.... me cobijaba

Ese rincón mío, nuestro,
que despedía a los borrachos, que saludaba al Sereno
mientras los adoquines brillaban mojados
y una suave brisa inundaba la noche estrellada.

Fueron tantos días, fueron tantas noches
que ese rincón fue mi segunda Patria,
la Patria de quien emigró por amor
y nunca le otorgaron un visado.

Hoy regresé y las ventanas aun están cerradas,
la luz apagada, las cortinas corridas.
Tal vez la casa ya está vacía,
quizás ya te hayas marchado también
como yo hice aquella noche de Otoño.
Tras esperar toda una vida, huí....
Y sólo hay dos razones para huir: la cobardía,
y la que nadie remedia: el dolor.


(Siéntate junto al arroyo, tira una piedra y mira las ondas en el agua; de igual manera se extiende mi pasión por ti)
(Juanfran)